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domingo, febrero 05, 2006

¿Un futuro de amor, pasión y confianza en aerosol?


COLOMBIA, por Germán Mendoza Diago

Hace algunos meses, la revista Nature reseñó un estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Zurich (Suiza), cuyos resultados revelaron que la capacidad del ser humano para confiar en sus semejantes depende de la hormona oxitocina.

De inmediato, algunos cartageneros, aterrorizados, pusieron el grito en el cielo, ante la espantosa posibilidad de que los políticos se dedicaran a lanzar enormes cantidades de oxitocina sobre la gente.

Temores no tan inundados, pues este péptido cíclico se obtiene como líquido a partir de un extracto del lóbulo posterior de la hipófisis, y ha podido sintetizarse en laboratorio usando las resinas p-metilbenzhidrilamina o Rink p-metilbenzhidrilamina.
Las capacidades de la oxitocita para suscitar emociones y sentimientos en el ser humano comenzaron a conocerse a finales de los años 70 del siglo pasado.

Se sabía, por ejemplo, que al igual que otro péptido también segregado por la hipófisis, llamado vasopresina, la oxitocina tiene una función endocrina con efectos excitadores o inhibidores sobre ciertas neuronas, lo que significa que, además de hormona, es un neurotransmisor asociado con los estados de bienestar y placer.

Otros estudios de laboratorio realizados a finales de los 90 demostraron que la reducción de la ansiedad y la disminución del nivel de hormonas que se asocian con el estrés, que experimenta una persona cuando recibe masaje corporal de su pareja, era producto del aumento en los niveles de oxitocina en la sangre.

Un tercer hallazgo fue que la oxitocina se libera masivamente durante las relaciones sexuales. El estudio de la Universidad de Zurich, además de confirmar el papel de esta hormona en la cimentación de las relaciones amorosas y de las amistades, también encontró que contribuye a lograr que la gente tenga confianza en los demás, en situaciones tan poco románticas como las transacciones de negocios. En consecuencia, a las denominaciones de "hormona pasional" y "hormona del amor", se le suma ahora la de "hormona de la confianza".

El experimento de la confianza

Conociendo la relación de la oxitocina con la cimentación de vínculos entre personas, los investigadores suizos decidieron realizar un "experimento de confianza" con 58 personas.
Los voluntarios se dividieron en dos grupos, llamados "inversionistas" y "guardianes". Cada inversionista recibió cierta cantidad de dinero y se le indicó que podía darle una parte de ella a su guardián asignado, o no darle nada. De acuerdo con la confianza mostrada por un inversionista, la suma total que se repartía entre él y su guardián aumentaba, aunque inicialmente los beneficios eran para este último, quien luego decidía si respetaba o no la confianza del inversionista y compartía esas ganancias.

Una parte de los integrantes de ambos grupos recibió oxitocina por vía nasal y la otra parte un placebo. Los inversionistas con la hormona mostraron "máxima confianza" al entregar grandes sumas de dinero, mientras los que recibieron el placebo sólo dieron pequeñas cantidades. El comportamiento de los guardianes no cambió con la oxitocina.

Idilios de oxitocina y vasopresina

Está suficientemente comprobado que la oxitocina ejerce efectos provechosos sobre el organismo, que participa en el establecimiento de los vínculos personales y que su liberación es provocada por el contacto físico. Sin embargo, no se conoce mucho sobre la forma como actúa en el cerebro y el sitio exacto en que lo hace.

Algunos estudios sobre la oxitocina se realizaron con ratones del género Microtus, que tienen una organización social elaborada y en su población hay ejemplares promiscuos y sin interés por sus crías, al igual que ejemplares que cuidan a sus hijos y son monógamos. Se demostró que esas diferencias de comportamiento están relacionadas con los patrones de distribución de los receptores de oxitocina y vasopresina. Los ejemplares que cuidan a sus crías tienen gran cantidad de receptores de oxitocina en su cerebro.

Otros estudios con conejos en México revelaron que estos animales experimentan la activación de sus neuronas de oxitocina cuando están amamantando y que esa misma activación se produjo cuando se estimulaba su área genital con un pincel.
La teoría que formulan algunos neurofisiólogos es que las llamadas "conductas afiliativas", que fomentan la cercanía y las relaciones entre individuos, desde la actuación maternal hasta el amor, tienen una base biológica que los unifica, de la cual forma parte la oxitocina.

La hormona de la fidelidad

La oleada de investigaciones sobre las bases bioquímicas de las emociones y los sentimientos avanza incontenible.
Especialistas de la Universidad de Emory, en Georgia (Estados Unidos) descubrieron que al introducir un virus con cierta hormona en el cerebro de un ratón de campo promiscuo y coqueto, éste se convertía en un fiel y dedicado esposo.
Aunque el experimento se realizó utilizando ratones de pantano (Microtus pennsylvanicus), los investigadores creen que proporcionará información sobre la manera en que los seres humanos manejan su conducta social.

Sabiendo por estudios previos que la hormona llamada vasopresina ayuda a fortalecer los lazos entre parejas de ratones, y que los ratones de pantano, promiscuos y polígamos, tenían menos receptores de vasopresina en el cerebro, los investigadores decidieron introducirles la hormona para ver si cambiaban su comportamiento. Y así fue.
En el estudio se plantea que durante la cópula, la vasopresina provoca una gratificación neuronal y los machos la asocian con la hembra a su lado.

En un artículo aparecido en la revista Nature, Larry Young, uno de los investigadores explica así los resultados del estudio: "La vasopresina hace que los ratones piensen: cuando estoy con esta compañera me siento bien. Y de ahí en adelante desean pasar más tiempo con esa compañera en particular".

El gen del sexo

Pero el asunto no se detiene aquí. La Academia de Ciencias de Austria realizó numerosos estudios que, según ellos, demuestran que un solo gen gobierna el comportamiento y la orientación en materia sexual.
Una vez más, aunque las pruebas se realizaron con animales –específicamente el mosquito "Drosophila melanogaster", los científicos están convencidos de que ofrece conocimientos esenciales sobre el comportamiento sexual humano.
Uno de los experimentos consistió en una secuenciación genética del mosquito, la cual reveló que las hembras tienen dos versiones diferentes del gen, mientras los machos tienen una sola.

Otra prueba también reveló la existencia de ese gen en las abejas productoras de miel. Se descubrió que las hembras de estos insectos necesitan dos versiones distintas del gen, mientras los machos tienen sólo una, y ocasionalmente dos copias de la misma versión.

En el año 2003, un grupo de 40 científicos del Instituto Whitehead, en Boston, logró aislar el gen responsable del sexo humano, localizado en el cromosoma Y. Tras finalizar la secuencia de este cromosoma, los investigadores encontraron que estaban errados cuando lo menospreciaron y dijeron que no contenía ningún gen de interés. Allí, además del gen del sexo, están los de la fertilidad masculina y otros funcionales y marcadores de huellas.

David C. Page, del Instituto Médico Howard Hughes en el Instituto Whitehead para Investigación Biomédica del MIT, dice que se descubrió un mecanismo asombroso en el cromosoma Y para mantenerse funcional y proteger su integridad genética: intercambiar copias múltiples del mismo gen dentro de su estructura.

Con base en este descubrimiento, actualmente se realizan estudios sobre la infertilidad masculina y sobre trastornos genéticos sexuales de las mujeres. Según algunos especialistas, podrían encontrarse explicaciones genómicas para las diferencias que existen en la predisposición a ciertas enfermedades entre hombres y mujeres.

La fórmula de la felicidad

Para no quedarse atrás en esta frenética carrera por reducir los sentimientos humanos a una fría interacción de sustancias identificadas con fórmulas planas, un grupo de psicólogos de Inglaterra, encabezado por Pete Cohen, publicó un artículo en la revista de la Sociedad Británica de Psicología, en el que aseguran que han desarrollado la fórmula que mide el ideal máximo de los hombres: la felicidad.

Sus variables son expresiones de aspectos de la vida diaria, como el bienestar, el amor y el incentivo laboral.
Esta es la fórmula:
Felicidad = P + (5xE) + (3xN)
P representa las características y capacidades personales, como la resistencia, el humor o la adaptabilidad. E es la expresión del bienestar, en materia de salud, relaciones personales y estabilidad económica. N representa las necesidades fundamentales y la expresión de la autoestima, expectativas y ambiciones.

No es la única propuesta de conceptualizar la felicidad. La Erasmus University de Rotterdam (Holanda) tiene un proyecto llamado "Base de datos mundial sobre la felicidad" que contiene la información sobre todas las investigaciones que se realizan en el mundo sobre el tema.
Actualmente incluye 4.061 trabajos y monografías, principalmente en inglés. Se puede consultar en Internet, aquí

¿Y la luna llena?

A pesar de mi profundo respeto por la ciencia y mi equilibrada racionalidad, todavía no puedo aceptar que los devaneos del amor, la amistad y la confianza se pueden explicar exclusivamente en términos de las relaciones entre neuroquímicos y hormonas.

Pensando aún en términos racionales, quedarían por fuera las influencias del medio, de la herencia cultural y de los acontecimientos históricos, en el desarrollo de los sentimientos humanos. Cuando dejo atrás el riguroso conjunto de estructuras del conocimiento científico, quedan sin anclaje otras expresiones del alma como la envidia o la vergüenza, que al parecer no experimentan los animales.

Al dejarme seducir por los sueños de la imaginación, la base bioquímica de los sentimientos pierde totalmente su fortaleza, porque resulta incapaz de explicar las oleadas de nostalgia y tristeza sin amargura que se experimentan al estar enamorados y, en ausencia del objeto del amor, se ve a través de la ventana una inmensa luna llena brillando en ese amarillo tenue que a veces arruga el corazón.

Me niego a pensar que en el futuro, para ser felices bastará con aplicarnos un aerosol de feromonas, oxitocina, vasopresina, feniletilamina y demás neurotransmisores.

1 Comments:

Blogger CZUS said...

Excelente articulo, es dificil creer y aceptar como en resumen seguimos siendo animales controlados por las hormonas q liberamos, pero el problema reside en q haya humanos lo suficientemente aberrados como para crear esas hormonas con el fin de dominar a los otros seres humanos. Sería ahi, quizas, cuando nuestro supuesto intelecto superior debería actuar cuando empecemos a ver q confiamos en personas sin razon alguna...

octubre 28, 2007 10:59 p. m.

 

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